Para despedir el año...


quiero compartir con vosotros este post
de telodijecantanto.

Lo dice todo... y más

Gracias Rocío, eres pura sensibilidad es un placer leerte
espero seguir compartiendote en 2015
Feliz  vuelta a casa!!



"Que vivas y sientas"

Aún no he buceado muy bien por esta página, cosa que haré detenidamente,
su reflexión me ha llegado al corazón.
Lo comparto porque creo debe llegar a más corazones.


No os perdáis la lectura y ya me contareis!!!.

No te enamores de una mujer que viaje y o escriba


Comparto con vosotros otro post de otra bloguera,
me gusta leer a otra gente, 
porque  los desconocidos a veces te conocen un poquito 
y hablan de cosas comunes a ti.
Espero que disfrutéis con su lectura tanto como yo.
Un saludo.



Marcharse fuera y sus consecuencias...

Siguiendo con el tema cambios y destinos, quiero compartir con vosotros algo.
Primero un reportaje sobre irse a trabajar fuera


Irse a trabajar lejos, más complejo que hacer las maletas

Explica muy bien como es el proceso tanto a nivel emocional, como burocrático.

"¿Cómo adaptarse al país de destino? 

De la euforia a la depresión, para regresar a la normalidad. Simplificando, esas serían las fases que atraviesa el expatriado.
Arrancan con la «exótica», que dura de uno a tres meses y es el momento en el que el recién llegado de siente como un turista.
La siguiente, entre el tercer y sexto mes, es la «fase de atención» y la persona puede sentirse aislada y dispuesta a regresar.
Hacia el octavo mes mejora el ánimo y comienza la adaptación (fase de «ajuste»), para entrar en la «normalidad» después. «Aquí el trabajador se convierte en un buen guía para los nuevos incorporados y hace un buen desempeño de su trabajo», apunta el estudio."






Nos acerca al cambio personal, pensamientos y sentimientos tras pasar por la experiencia, de salir de "tu hogar", de tu zona de confort, de tu realidad y de entorno. 


Angie, su autora, refleja a la maravilla este proceso.
Me sentí tan identificada,tan comprendida.
Parecía conocerme y escribirme a mi.
Ella, cita 17 cosas que cambian para siempre cuando vives fuera.
Leer su versión, yo añado algo más...



1. La adrenalina no te abandona.
Desaparece la rutina, todo es nuevo y excitante, todo es diferente, te asusta y te gusta.

2. Pero, a la vuelta… todo sigue igual.
Nada se ha detenido, la vida no te espera, todos siguen con sus rutinas, sus ritmos, su vida normal.

3. Te faltan, y te sobran, las palabras.
No sabes como explicarte, de repente los temas de conversación son diferentes y echas de menos esa conexión que antes tenías y te sientes perdida.

4. Comprendes que la valentía está sobrevalorada.
No es una decisión que has tomado tú, la han tomado por ti. Tienes que liarte la manta a la cabeza y confiar que todo vaya bien.

5. Y, de repente, eres más libre.
Por un lado, eres tu, pero por otro dejas de ser la que todos quieren que seas. Eres tu sin ataduras, sin mascara, no tienes que hacer lo que los demás esperan de ti, puedes ser otra versión de ti misma.

6. Dejas de hablar un idioma en concreto.
De repente te parece no saber expresarte, te cuesta encontrar la palabras correctas en tanto mezcladillo.

7. Aprendes a despedirte… y a disfrutar.
Aprendes a despegarte de lo material, a vivir con lo que tienes a aprovechar lo que tienes y te das cuenta de que no necesitas ni la mitad de las cosa que tienes en tu casa.
Con las personas no es tan fácil, sientes la perdida de momentos juntos, de vivencias... y deseas y confíes en que a la vuelta no sientas que el tiempo fuera te ha separado.


8. Vives con dos de todo.
Y con nada de nada. Ya no sabes donde está el límite.

9. ¿Normal? ¿Qué es normal?
La normalidad se convierte en un concepto diferente. Normalidad, rutina, son diferentes según donde estés.

10. Te conviertes en un turista en tu propia ciudad.
Echas tanto de menos tu origen, que al volver quieres vivir lo todo, sentirlo todo.
Pero también eres turista en el nuevo lugar donde estás, intentando buscar los rincones que vas a hacer tuyos y comparando sin querer con los que ya tienes.

11. Aprendes a ser paciente y a pedir ayuda.

No te queda otra.

12. El tiempo se mide en pequeños momentos.
El tiempo es un concepto que cambia.Pasa rápido y a la vez tan lento.

13. La nostalgia te invade en el momento más inesperado.
14. Pero sabes que no es dónde, sino cuándo y cómo.

Morriña... Ay!, cualquier cosa hace que tu mente viaje. Y en el fondo es como una necesitad, no quieres desprenderte del sitio del que vienes.

15. Cambias.
Y a veces da miedo..., sabes que el cambió es inevitable, pero quieres seguir siendo la que eras, quieres reconocerte a ti mismo, quieres una versión mejor, pero seguir siendo tú.

16. El hogar cabe en una maleta.
Aprendes que el hogar no son las paredes sino el lugar en el que te toca estar pero siempre con esa misma persona por la que a veces has abandonado todo.
Te das cuenta que el hogar es aquí y ahora y son los momentos vividos, en mi caso, con él


17. Y… no hay vuelta atrás.
El cambio ya se ha desarrollado, y cuando regresas, no puedes evitar sentirte extraño.
Es tan contradictorio... echar algo de menos y luego sentirte raro, en el mismo lugar del de donde saliste a la aventura.
Será que la aventura engancha y que tu vida ya no va a ser la misma.
Si fuese más joven puede... ahora solo quiero estabilidad y que los días pasen con su rutina y su felicidad.

Y la vida sigue, la tuya en el nuevo destino y la de los demás en el de siempre.
Y los echas de menos, si estuviesen en tu nuevo destino nada importaría.
Al final lo que echas de menos, son los momentos compartidos con ellos, las cenas, las risas, el lugar no importa, importan ellos.


Para mis amigos...para los viejos y los nuevos, 
espero que al menos me echéis de menos un poquito.

Os quiero!!!. 

No todo es fotografía


Cuando cambias de destino, todo cambia.
A veces el idioma, una de los primeros problemas,las comidas, sus ingredientes y hasta la forma de hacer la compra.
Si ir al super a una compra rápida, te lleva una hora, ya no hablemos de la otra, una eternidad!!!

De repente te dedicas como loco a buscar productos españoles. 
Eses por los que no pagarías ni loca en España, se vuelven imprescindibles, a veces pagando cuatro veces más.
Es que el patriotismo nos sale cuando estamos fuera...

Empiezas a leer los ingrediente, esas grasa saturadas y ese aceite de palma del que huyes, ya no sabes si te acompaña en la cesta de la compra.
Miras y remiras la fecha de caducidad o consumo preferente y pasan las horas. Solo tienen dos cosas en la cesta, no has comprado ni la mitad de lo que necesitas y los productos milagro de los que echabas mano en España, han desaparecido.

Todos los días te rompes la cabeza para discurrir un menú saludable, fácil y de ingredientes conocidos y en stock.
Dónde están esas "latillas" socorridas, esas que te ayudan a preparar una ensalada o una pasta y te socorren el día.
Hasta hacer una tortilla de patatas se vuelve difícil, cuando ves que tus patatas fritas se han convertido en un "espaparruche" de color indescriptible y de sabor desconocido.

Dónde está mi olla rápida que me evitaba la hora y media del puchero de garbanzos. Dónde la batidora que me ahorraba una contractura en el húmero y el radio y me dejaba la textura ideal para mi manjar de sobremesa. Dónde esa pota multiusos que lo mismo cuece, que fríe que hace de wok.

Al final te das cuenta de que dispones del tiempo para realizar los garbanzos a fuego lento, que lo has dejado todo, y tu única ocupación es realizar una comida con amor.
Que no necesitas veinte mil cachivaches, y que una vez dominas el establecimiento de tu materia prima todo va sobre ruedas.
Te das cuenta que incluso con el tiempo podrás semi entenderte con tus vecinos del rellano al que con timidez dices "bună dimineața", pero mientras tanto toca sufrir.

Quizá alguien se sienta aludido, alguien sienta como suyo este relato.
Yo llevo un mes en Galaţi ,România, y por ahora este es mi día a día, más adelante a ver que pasa... os iré contando.